La realidad ha acabado por imponerse en Suecia y el Gobierno ha tomado la decisión de poner en marcha un programa de educación sexual para los recién llegadas. Estas medidas, que están destinadas a hombres y mujeres que solicitan asilo en el país, busca lograr una mejora en un asunto que se ha convertido en prioridad nacional.
La
ministra de Asuntos Sociales, Annika Strandhäll, admitió que la situación era
“grave”: “Encontramos que algunas de las mujeres de este grupo de recién
llegados provienen de comunidades en las que existen normas, leyes y
reglamentos completamente diferentes”.
“Este
proyecto brinda a este grupo de mujeres mejores oportunidades para adquirir
conocimientos sobre los derechos sexuales y reproductivos en Suecia”, aseguró
Strandhäll.
Historia de un escándalo
Joakim
Lamotte estaba buscando información sobre la violación a una niña de doce años
en la ciudad sueca de Stenungsund. El periodista, al que le habían encargado un
artículo sobre el tema, decidió llamar a la comisaría de policía. Sin
buscarlos, Lamotte se dio de bruces con la situación que vive un país
completamente desbordado por la oleada de violaciones.
El
periodista pregunta a los agentes sobre la investigación del caso y la
respuesta no puede ser más reveladora: “Tenemos un sospechoso, pero aún no lo
hemos podido interrogar”, aseguran los policías.
“La
cantidad de trabajo es tan grande que no podemos hacerlo mejor, resulta muy
lamentable”, sentencian los agentes ante la incredulidad del terrorista.
Castigos muy livianos
La
madrugada del 24 de octubre de 2016 en Uppsala, una ciudad sueca situada unos
78 km al noreste de Estocolmo, cinco afganos golpearon, escupieron y violaron
por turnos a un joven de apenas 15 años. Los cinco refugiados, que habían
llegado al país sin acompañantes, grabaron el asalto y amenazaron a la víctima
con difundir el vídeo en las redes sociales si se dirigía a la Policía. Un
modus operandi similar al utilizado por otros recién llegados en Alemania en
otra violación grupal.
Tras
ser identificados, los cinco afganos fueron condenados a penas de entre 13 y 15
meses de cárcel. La legislación sueca contempla la deportación en este tipo de
casos, pero finalmente el juez decidió que continuaran en el país porque su
viaje “era muy peligroso”. Las autoridades justificaron la decisión bajo el
amparo de los derechos del menor, pero muchos ciudadanos se mostraron
contrarios a la decisión al entender que su presencia en la localidad sí que
supone “un auténtico peligro”.
Falsedad documental
Un
pediatra sueco desmontó en el mes de septiembre las cifras que las autoridades
ofrecían a diario acerca de la crisis de refugiados. Este hombre, encargado de
tratar a alguno de los miles de recién llegados, aseguró haber visto a muchas
personas catalogadas como niños que en realidad eran mayores de edad e incluso
algunos de ellos superaban los cuarenta años.
“Son
muchos los casos de supuestos niños que tienen barba y bigote”, aseguró Josef
Milerad, cuyas palabras crearon conmoción en todo el país. Suecia ha acogido
durante el último año a 31.000 solicitantes de asilo, unas cifras muy elevadas
teniendo en cuenta su población. Sin embargo, sorprendía que el número de
menores no acompañados en la Agencia de Inmigración fuera tan elevado.
Milerad
aseguró que estas cifras están adulteradas y mostró para ello el caso de varios
adultos que trataron de hacerse pasar por niños. Las condiciones para los
menores no acompañados son mucho más beneficiosas -es más complicado que sean
deportados-, por lo que muchos refugiados tratan de lograr este estatus.
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